Jabonar, jabonar y luego enjuagar. Una y otra vez, todas las veces que se quiera. Sentir la piel limpia y fragante. ¡Vaya ilusión! Nuestra piel es el hábitat sobre el que legiones de microorganismos viven de lo más felices (si cabe el término), pese a nuestros esfuerzos. Hace décadas los científicos detectaron que diversidad de bacterias pululaban sobre la piel humana. El 2009, sin embargo, trajo a los investigadores una inmensa sorpresa: son muchísimas más especies de las que se creía. Estudios realizados en el Instituto Nacional de Investigación del Genoma Humano, en Bethesda, Virginia, Estados Unidos, revelaron el fértil campo que somos para diversidad de bichos (invisibles para el ojo humano pero monstruosos bajo el microscopio). Los resultados fueron publicados en la revista “Science” (“Diversidad temporal y topográfica del microbioma de la piel humana”). Se indica que son centenares de especies diferentes. Las comunidades bacterianas más ricas y diversas se encuentran en los antebrazos. En tal parte del cuerpo se encontró, en promedio, 44 especies diferentes y su variedad está ligada a la cantidad de vello. Así, los antebrazos más hirsutos son signo inequívoco de una jungla poblada de muchas más especies de seres microscópicos. La menor variedad se detectó detrás de nuestras orejas (19 especies). Los investigadores sostienen ahora, por ejemplo, que pese a la poca distancia “geográfica” entre las velludas axilas y los antebrazos, más suaves y secos, se trata de dos “nichos ecológicos” completamente distintos, tanto como la selva amazónica y los desiertos del Sahara. Así las cosas, sin contar las múltiples bacterias benéficas que pueblan nuestros interior, andamos pues por el mundo con una capa invisible de bichos. El estudio, por alocado que suene, sienta las bases para “examinar el rol de las comunidades bacterianas en la enfermedad y la interdependencia microbiana requerida para mantener una piel saludable”.
Del suplemento "El Dominical" del diario El Comercio del domingo 02 de enero de 2010