El Ártico podría alterar el clima de la Tierra si se convierte en una fuente neta de dióxido de carbono. El Ártico captura o absorbe actualmente hasta el 25 por ciento de este gas, pero el cambio climático podría alterar esa cantidad, según un nuevo estudio.
David McGuire del USGS (U.S. Geological Survey, el servicio estadounidense de prospección geológica) y de la Universidad de Alaska en Fairbanks, y sus colegas, muestran que el Ártico ha sido un importante sumidero de carbono desde finales de la última Edad del Hielo, pero que eso puede cambiar drásticamente. En promedio, el Ártico ha representado entre un 10 y un 15 por ciento de todo el sumidero global del carbono. Sin embargo, la rápida velocidad del cambio climático en el Ártico, casi dos veces mayor que en latitudes más bajas, podría eliminar este sumidero y convertir la región en una fuente neta de dióxido de carbono.
El carbono entra generalmente en los océanos y masas de tierra del Ártico procedente de la atmósfera, y se acumula en grandes cantidades en el permafrost, la capa helada del suelo por debajo de la superficie de la tierra. A diferencia de las tierras activas, en el permafrost el carbono no se descompone. Gracias a ello, el carbono queda atrapado en la tierra helada. Las condiciones frías de la superficie también retardan la velocidad de descomposición de la materia orgánica, permitiendo que la absorción de carbono en el Ártico exceda lo que éste produce.
Pero las tendencias recientes al calentamiento podrían cambiar este equilibrio. Las temperaturas más cálidas que las de antaño podrían acelerar la tasa de descomposición de la materia orgánica de la superficie, liberando más CO2 a la atmósfera. Mayor preocupación reviste el hecho de que el permafrost ha empezado a deshelarse, exponiendo los suelos previamente helados a la descomposición y la erosión. Estos cambios podrían revertir el papel histórico del Ártico como un sumidero de dióxido de carbono.
En el plazo de unas pocas décadas, el permafrost en deshielo podría dejar también los terrenos más encharcados, una situación que podría promover la actividad de organismos productores de metano.
Actualmente, el Ártico es una fuente sustancial de metano emitido a la atmósfera: la cantidad liberada cada año alcanza tanto como 50 millones de toneladas. La cifra de 400 millones de toneladas de dióxido de carbono que el Ártico captura anualmente es ciertamente más elevada. Pero el metano es un gas de efecto invernadero muy potente, aproximadamente 23 veces más potente que el dióxido de carbono. Si se acelera la descarga de metano ártico a la atmósfera, el calentamiento global podría acelerarse de manera notable.
20 de Noviembre de 2009